Desde el martes no logro dormir bien.
Me han dicho sin palabras los hechos… Me han dejado como un pendejo. Entre las miradas y el tacto, siempre vuelvo detrás de esa línea.
Una que no se ve, pero que existe, es tangible su materia. Me consuelas sin darte cuenta de la lástima que generas.
Tal vez y mi camino sea ese, el ahogarme cada noche en lágrimas antes de dormir. Pensando en ti, pero sobre todo en mí.
Narcisista, egoísta, realista. Pues es mi tiempo, es mi eterna búsqueda de ese lugar donde pueda ser quien quiero.
Reconozcan mi valor y nobleza al llamarme así, necesito de ti. Y aunque sé que tú mientes, tú sí sonríes.
¿De dónde saco la fuerza? ¿Dónde está la tan anhelada “indicada”?
Mis lágrimas cubren el papel, la tinta se disuelve con ellas y me hizo comprender que, escribirte a ti… Es seguir con esa verdad.
La que me hace dormir muy pocas horas y descansar de la realidad. Escuchar a Paganini y volver a curar, rehabilitar mi tinta.
Lo soy, porque por años he buscado, sin realmente buscar… Pues no quiero que llegues aún, todavía necesito seguir escribiendo. Muriendo.
Porque confieso amarte y necesitarte, cuando en mi mente está el “¿cómo asesinarte?“
-Duerme desde el martes.
Bicho
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